jueves, 21 de diciembre de 2017

NO ES LO QUE DICES, SINO CÓMO LO DICES...

"No te van a querer ni los perros", era la frase que una "madre exigente" siempre usaba para retar a sus hijos cuando se portaban mal. Primero, venía el pellizcón, y después, como de remate, esa maldita frase punzante, aguda. ¿Y qué culpa tuvieron sus hijos para que fueran tratados de esa manera? Seguramente, si le preguntan, ella los educó con "amor". Y en nombre de ese "amor" (arraigado en nuestros corazones desde los tiempos bíblicos), dijo frases como estas... Lamentablemente, la historia se repite en la mayoría de nuestros hogares; en nuestro afán por "educar" a nuestros hijos, nosotros como padres cometemos el mismo error día tras día. Y no nos damos cuenta que lo que realmente necesitan nuestros hijos es amor y comprensión, y más comunicación con la figura paterna.

"¿Quién quiere otra torta de jamón?", preguntó Carlos en el cumple de su hija. Ella estaba festejando sus 19 y él se había ofrecido de asador. "¿Quién quiere otra torta de jamón?", insistió. Pero cuando la susodicha se acercó para tomar su torta ocurrió un hecho lamentable: "Vos no, mi amor, que estás muy gorda", fue la frase que el propio padre de la chica disparó delante de todos sus amigos. Ella se puso roja de vergüenza, un nudo enorme le cerró la garganta y no comió más. Se levantó despacio y la soledad de su cuarto adolescente fue el mejor refugio hasta la madrugada del día siguiente. El padre murió preguntándose qué hizo mal esa noche. (En realidad, él se sintió culpable por soltar la frase que le hirió los sentimientos... a su propia hija)

"Vamos, no seas mariquita", le dijo su profesor de natación cuando él –que en ese momento tenía 6 años– pidió una toalla al salir de la pileta porque tenía frío. Y todos sus amigos empezaron a reírse. "Mariquita, mariquita", le gritaron. Y el profesor, lejos de hacerlos callar, los alentó. Nunca más volvió a nadar. (Y nunca, en 34 años de vida, apoyó sus labios en los labios de una mujer.) Aquí el profesor es el gran responsable del "bullying" del que el adolescente fue objeto. YO LO HABRÍA EXPULSADO DEL INSTITUTO SI FUERA EL DIRECTOR. Y los "amigos" que se rieron del chico tendrían como "castigo"  muchas horas de trabajo comunitario y terapia de manejo de carácter (dependiendo de su condición psicológica). Otra historia (y tal vez un cúmulo de medallas olímpicas) habría tenido el muchacho de este cuento si el profesor, en vez de insultarle, mandaría a buscar la toalla en el vestidor...

"Eres un elefante dentro de la clase", le dijo su profesora de Dibujo el primer día del primer año del secundario. Ella venía de un primario impecable, donde Dibujo era su materia preferida. Y era, para hacer honor a la verdad, una joven promesa. Ese año, se llevó Dibujo a diciembre. Volvió a dibujar 28 años después, cuando –terapia mediante– descubrió cuánto la había inmovilizado esa frase. ¡28 años tuvieron que pasar para que la artista (después de muchas sesiones de terapia psicológica) tenga hoy un futuro prometedor! Pero bueno, DIOS tuvo que intervenir para que esto pasara...

El Perito Moreno fue el lugar elegido para festejar sus 10 años de casados. Caminata por el glaciar, todos los turistas en hilera para no resbalarse. Ella iba delante; él, detrás. "Tu trasero me tapa todo el sol", fue la frase que eligió él para hacer un chiste. Y no entendió por qué esa noche ella se encerró en el baño a llorar...

Son frases que no te matan, pero te marcan para toda la vida. Frases que NUNCA debimos decir. Si no te despiertas a tiempo y buscas a DIOS para que te ayude a superar todo ese trauma que te hicieron esas malditas frases, no importa cuántas horas de terapia le dediques a deshacerlas, ellas están ahí... rondando, para reaparecer sin previo aviso. Son frases que, cuando las cuentas, te parece que estás exagerando, que no pudieron ser así, que quizá las recordás mal... Entonces descubres la crudeza de esas palabras.

Lo bueno es que un día, porque ese día –créanme– finalmente llega, te sacas uno por uno todos los puñales que te clavaron en el cuerpo y en el alma, te haces un sana, sana, colita de rana y descubres que no fueron dichas con odio, que los responsables de escupirnos tamañas frases son seres que cargan, a su vez, con otras frases. Y entonces llega el perdón. Y perdonamos. Más adelante –bastante más adelante– viene la compasión. Es ahí cuando volvemos a sentirnos felices, con ganas de caminar sobre el Perito Moreno más allá de nuestras limitaciones, de nadar y gritar: "Tengo frío, tráeme una toalla", de hacer una lista con toda la gente que te quiere. Porque no solamente te quieren los perros...

Tratemos de pensar antes de hablar... ya que las PALABRAS QUE DUELEN tardan muchos años en salir del corazón del otro, y hasta a veces no salen... No perdamos tiempo con los que queremos, porque perdonar lleva mucho tiempo... PENSEMOS ANTES DE HABLAR... TRATEMOS DE NO HERIR EL CORAZÓN DE LOS QUE MAS AMAMOS...

"PALABRAS DE AMOR, ALEGRAN EL CORAZÓN"...