"Triste época la nuestra. Es más fácil desintegrar un átomo que superar un prejuicio”. Albert Einstein.
En varias ocasiones se ha comentado acerca de la censura de algunos shows que vemos a través de nuestros canales favoritos en televisión, lo que ha llevado a que en muchos casos no los veamos como corresponden a lo que originalmente fue creado a partir de los guiones de sus creativos. Se ha comentado de censuras de parte de conocidos canales, como las de Cartoon Network Latinoamérica a su popular “Un Show Más”, tijeretazos de las distribuidoras a franquicias adquiridas y un sinfín de hechos que muchos de nosotros hemos calificado de cuestionables y en otros casos aberrantes.
Pero hay algo de lo cual no hemos abordado aún, y de lo cual constituye la génesis de todo esto. Ese obstáculo que no respeta horarios para adultos o guiones originales y genera escándalos artificiales. Peor aún, no son los televidentes potenciales de los canales que se discuten acá.
Usted, al igual que yo, creemos en el respeto a nuestros padres, no por algo fueron nuestros formadores, nuestro ejemplo, nuestra identidad, el objeto de cariño y de respeto de cada ser humano en la faz de la tierra. Sin embargo, sentimos que algo ha cambiado en los últimos años.
El problema: La queja parental
Hace algunos días atrás, me encontré con esta nota de queja de parte del padre de un televidente del canal Boomerang Latinoamérica, el cual dejo de manera absolutamente textual, sin modificación alguna:
“Presentación de una INQUIETUD o QUEJA. Gusto en saludarles, conseguimos este correo para formular una inquietud con respecto a un comercial que pasan en boomerang que de paso se supone es un canal infantil…
En consecuencia, están pasando una publicidad de MASHA y el OSO donde la voz de un infante dice que el es un perezoso, medio torpe, entre otras palabras usadas por la voz de ese infante… que no debería utilizar y para completar hace referencia a que NO no es tu papa es OSO de MASHA y el OSO, es decir, no respeta la figura de nosotros los PADRES que no se debería transgredir por la voz de un infante tomando en cuenta que mis hijos ven el canal infantil, de tal manera pues que con todo RESPETO deberían corregir esa publicidad, para preservar la figura paternal ya que de la misma también se desprende AMOR, RESPETO, HUMILDAD, CARIÑO, TRABAJO, ESFUERZO, y mucha DEDICACIÓN, y no pues compararla con ningún perezoso ni torpe ni nada por el estilo…
Por otra parte si el canal boomerang es infantil no comprendo porque pasan tanto publicidad de RAID MATA CUCARACHAS, la palabra MATAR la repiten a cada rato … señores con respeto se los digo, ES UN CANAL INFANTIL.
Disculpen si ofendo a cualquier persona, pero mis hijos están primero. Hagamos un mundo lleno de respeto del uno por el otro…”
Lo anterior es lo que refleja el título de una vieja película conspirativa de la década pasada: “La Suma de Todos los Miedos”. Y es que el mencionado mensaje anterior, si bien se presenta como una visión quizás extremista de una queja parental a la programación de cierto canal de televisión, representa la realidad de uno, de cientos o de miles que reciben los canales día a día como una queja a todo aquello de lo cual se considera como inadecuado para los hijos que viven en la casa. Algo que es palpable principalmente en todos los canales que tienen en su programación, dibujos animados, caricaturas o animaciones en formato 3D.
Además, usted de seguro piensa en varios momentos en donde los canales acatan este tipo de mensajes. De hecho en muchos casos se menciona como ejemplo claro a CN como el principal acatador de este tipo de requerimientos, hablando de un canal con presencia continental, lo cual también es extensible a los canales locales. Sin embargo, los resultados a los que se llega son en varios casos ingratos: En lugar de escuchar a la audiencia objetivo, se termina por bajar el moño ante la sola amenaza de una denuncia al órgano regulador. Y aquí entra tanto la molestia mía como la suya, porque producto de ello no podemos ver en televisión todo aquello que esperamos ver de parte de los creadores, dibujantes y guionistas de nuestro dibujo animado preferido.
Pero, aquí no quiero a hacer generalizaciones. Muchos de los que fuimos niños tanto en la década de los ochenta y noventa, recordamos que en varias ocasiones se daba el momento de compartir un show de dibujos animados viéndolo junto con nuestros padres. Pero como dije en un comienzo, algo cambió dentro de esta estructura familiar. Hay algo que resulta muy evidente para evaluar este cambio, y es que el rol de los padres hoy en día sobre las enseñanzas de sus hijos es demasiado ausente. Tanto es así que una vez el niño llega al hogar, prende el televisor y ve sin restricciones lo que quiere ver, mientras que los padres se encuentran trabajando. Hoy, salvo en algunas familias, la televisión es casi como la nana de la casa, y cualquier cosa “inadecuada” según los padres, equivaldría a que esta nana este realizando cosas indecentes en frente de los hijos. Una asociación en verdad absurda, pero que existe.
La consecuencia: Autocensura
Un periodista de televisión dijo en un reportaje algo que no deja bien parado a cualquier empresa dedicada al rubro de las comunicaciones: “Existe algo que es peor que la misma censura y eso es la autocensura”. Una opinión que tanto usted como yo podemos o no compartir.
Hace tres años atrás, mi gran amigo Carlos Molina Briceño, a través de una columna dio a conocer un caso de censura de Cartoon Network Latinoamérica a la serie “Un Show Más”, y cuan bola de nieve creciendo y bajando la montaña, los ejemplos de censura que aplica el canal a sus shows fueron aumentando.
¿La causa? Todo lo descrito en el punto anterior. Hemos visto progresivamente alejarse tanto de la televisión abierta como paga un entretenimiento que en los últimos veinte años ha demostrado ser una alternativa para un público adolescente-adulto y que hoy en día demanda recuperar ese espacio. Esto nos lleva a dos escenarios provocados por este fenómeno: El primero, que todos aquellos canales infantiles quiten de sus franjas nocturnas programación enfocada a un público mayor (Adult Swim), y segundo, que los consorcios televisivos ya no apueste fuerte por este nicho.
Sin embargo, otra consecuencia surge de esta problemática y es que se coarta la capacidad del televidente de decidir ver lo que quiere ver, en donde los mismos canales actúan de censores de sus propios shows tal como ocurre en el ejemplo descrito por Carlos. Así, nosotros nos quedamos tanto sin escenas como diálogos solo por darles en el gusto a los jefes de familia (ausentes).
¿La Solución?