Esta es la Universidad de Kyoto Seika, donde se imparten las cátedras de diseño y producción de comics japoneses. Mejor dejemos que el señor Rolando Rodríguez De León nos explique por qué últimamente existe el interés por parte de los latinoamericanos por estudiar el fenómeno animado japonés (a nivel académico)...
En las últimas décadas, el estudio del anime como sujeto académico ha repuntado en los países hispanohablantes. A finales del siglo XX la mayoría de los trabajos sobre el tema eran en Inglés o francés, pero poco a poco profesores de diversas áreas de conocimiento, tanto en España como en América, han ido sumando ponencias, libros y conferencias relativos a estos estudios.
Es un sujeto de investigación difícil, a pesar de llevar tanto o más trabajo que el resto de los audiovisuales la animación es considerado como el hermanito pequeño del séptimo arte, ese que a pesar de hacer mucho ruido, es relegado a una esquina por los adultos.
En el 2002 se creó el Círculo de Investigadores de Anime y Manga (AMRC, por sus siglas en inglés) con el propósito de fundar una comunidad en línea de investigadores en el tema específico y las sub-culturas asociadas. Desde su fundación el grupo ha estado abierto a académicos, estudiantes y fanáticos. Como sus comunicaciones son en inglés, el acceso a las discusiones, correos, conferencias y ponencias está limitado a los angloparlantes.
En 2016, la profesora argentina, Analía Lorena Meo fundó la Red Iberoamericana de Investigadores en Anime y Manga (RIIAM) como espacio de interacción entre los investigadores no solo Latinoamericanos, sino cualquier a hispanohablante deseoso de conocer más o de difundir sus investigaciones. El grupo aglutina profesores de toda América y España. En la actualidad Meo junto con otros profesores se encuentran organizando el primer congreso a llevarse a cabo en Buenos Aires, a finales de 2017.
¿Por qué hay tanto interés en estudiar el anime o manga a nivel académico? La respuesta es hipotética, basada en una encuesta hecha a los miembros de la AMRC y RIIAM. La conclusión global es que los niños que crecieron entre los años setenta y noventa fueron objeto de la animación japonesa en las cadenas de televisión locales y luego por canales especializados de televisión por cable. Cierto porcentaje de ellos, que siguió consumiendo animaciones más allá de la niñez y adolescencia, basó su tesis de grado, postgrado o doctorado en eso que tanto llamaba su atención.
Una de las ventajas del audiovisual es que su campo académico es multidisciplinario, no se limita a un enfoque técnico, sino que puede verse desde la psicología, sociología, historia o cultura, entre otras. Tal es el caso de Evan Jones, que cuya tesis de doctorado estudia, desde el punto de vista arquitectónico, el uso de edificios abandonados y su representación socio-cultural en el anime.
En occidente no existe una licenciatura o grado técnico en creación de anime o manga como sucede en Japón, específicamente en la Universidad Kyoto Seika, cuya Facultad de Manga ofrece cursos de diseño de personajes, producción de manga, animación y otros. Dicha universidad también alberga el Museo Internacional de Manga. En América Latina lo que se estila son cursos modulares o cursos electivos dentro del pensum regular del grado que se estudia. Mikhail Koulikov, lo expresó así: ‘Mis ‘Estudios de anime' fueron dentro de las ciencias de la información y bibliotecnología, a sabiendas que estos me podrían dar una perspectiva única y me permitirían investigar tópicos relativos al anime de formas novedosas.' Lo cierto es que, no existen cursos sobre un estudio o director de anime en específico, son los estudiantes quienes enfocan su investigación durante los estudios de doctorado en un grupo de obras, director o productora.
Entre los intentos de introducir el anime en la academia en países hispanohablantes podemos mencionar el caso de las universidades de Valladolid y la Autónoma de Madrid, con materias en las licenciaturas, como también el Posgrado en Cines Asiáticos de la Universidad Pompeu Fabra, cuyo segundo módulo contaba con la asignatura: ‘Japan pop: la cultura japonesa de masas. Manga, anime y más.'. Desafortunadamente no prosperaron. A pesar de este revés, en el caso de los estudios académicos cada vez más personas buscan temas relativos al anime o manga. En este momento, existen tesis de grado y postgrado latinoamericanas dedicadas al estudio del anime como lo son: ‘El Consumo cultural del anime en jóvenes panameños.', ‘La construcción sociocultural del fanático del manga y anime en Mexicali.', ‘Los nuevos productos culturales digitales en Argentina: Fanfics, fanarts y Fanvideos en la cultura de Buenos Aires (2001-2011).' y ‘El fantasma en el cine japonés de posguerra. De rasgo folclórico a icono feminista.'.
Gracias a los esfuerzos de la Fundación Japón de Madrid, en Panamá y otros países de Latinoamérica hemos podido disfrutar de conferencias dadas por tres especialistas españoles, Marc Bernabé en el 2014, Roger Ortuño Flamerich y la Dra. Laura Montero Plata a principios del año 2017. Nuestras universidades no cuentan con cursos específicos de anime o manga. Las clases de animación como de dibujo enseñan las técnicas generales, dejando al estudiante la decisión sobre el estilo de sus creaciones. No obstante, existen unos pocos cursos de dibujo en el estilo más comercial de manga dictados por escuelas o profesores particulares, principalmente en la ciudad capital.
Desde la perspectiva docente en la Universidad de Panamá, existen muy pocas carreras de licenciaturas o maestrías cuyos planes de estudio cuenten con materias electivas. Además, las que hay suelen ser cursos de otros planes de estudio, pero que se considera, pueden aportar a los conocimientos ‘culturales' de los estudiantes. Por ejemplo, en la carrera de Arquitectura, la materia Fotografía I era electiva, mientras que en la carrera de Diseño gráfico era obligatoria. Para crear horas de estudio relativas al anime, manga, cultura o cine japonés como materias electivas, se requiere de la creación de un pensum específico, acorde con las nuevas tecnologías. Esta es la única forma de lograr formalidad en dichos materias.
Probablemente un diplomado que abarque historia de la animación y la industria, la cinematografía, la globalización del producto o su recepción a nivel internacional, llamaría la atención de futuros estudiantes. Los académicos latinoamericanos que han escogido el anime, manga y la cultura japonesa como sujeto de estudio desean que dichas disciplinas ingresen a nuestras universidades. Profesores angloparlantes como Keiko McDonald e Isolde Standish, han hecho libros que podrían ser la base para desarrollar textos académicos que sirvan para impartir los estudios sobre anime y manga. Es preciso imaginar otros medios para dotarlo de formalidad, ya que una vez que comience a enseñarse, la fascinación no será solo para las nuevas generaciones, sino para todos los que se dispusieron a trabajar en lo que les gustaba, a pesar de las dificultades.
Agradezco a los colegas del RIIAM y el AMRC, a Laura Montero Plata, Mikhail Koulikov, Evan Jones, Marco Pellitteri y Marc Bernabé por su cooperación con información para este artículo.
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