viernes, 10 de noviembre de 2017

¿ESTAMOS DESTRUYENDO LA AUTOESTIMA DE NUESTROS HIJOS Y NO NOS DAMOS CUENTA?

Una buena autoestima se desarrolla principalmente con el reconocimiento de nuestros puntos fuertes, pero también de nuestros límites.
Hoy sabemos que la confianza en uno mismo y el sentimiento de sabernos amados permiten afrontar mejor los fracasos y las desilusiones que inevitablemente llegan a la vida de cada ser humano.
Para que un niño adquiera una imagen positiva de sí mismo, va a necesitar de sus padres porque ellos serán quienes jueguen el rol principal en la construcción de esta confianza.

Empecemos por nosotros mismos.

¿Alguna vez te preguntaste cómo aprendieron los hombres primitivos a pescar, cazar y recolectar sus alimentos? Simplemente imitando a los mismos animales.
El hombre es básicamente un ser social y que aprende por imitación, por eso siempre hablamos de que los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se miran para forjar su propia personalidad y desarrollar conductas personales.
De la misma manera la autoestima también se enseña y se aprende.
Los niños nos observan todo el tiempo y sabiendo esto, debemos tener en cuenta algunos aspectos que es importante demostrar:

  • No te desanimes ante el primer obstáculo ni ante un objetivo que demanda esfuerzo. Que tus hijos te vean ser perseverante.
  • Muéstrate orgulloso de tus logros, aun cuando sean pequeños.
  • Realiza actividades que te gusten por placer.
  • No demuestres estar pendiente de la opinión de los demás.
  • Explica con motivos razonables que en determinados momentos debes ponerte como prioridad. (Por ejemplo, si estás enferma, es justo que descanses y otros se ocupen de llevar adelante la casa).
  • No te subestimes. Si cometiste un error, o simplemente no sabes realizar una tarea, explica a tus hijos que la próxima vez te esforzaras por hacerlo mejor.
  • Durante la cena, propone a cada integrante de la familia que cada uno nombre un logro o algo bueno que haya hecho ese día.
  • Si consideras que no logras ver el lado positivo de las cosas, consulta con un profesional. Una baja autoestima de los padres o un estado depresivo, puede minar la confianza de los hijos en sus propios padres y en sí mismos.

¿Qué debemos evitar?

Los niños desarrollan en primer lugar seguridad y un lazo de confianza con sus padres a través del afecto y los cuidados constantes que recibe. Cuando respondemos a sus necesidades, los niños desarrollan poco a poco el sentimiento de ser lo suficientemente importantes para quienes los rodean.
En su interior se proyecta la imagen de: “Me siento seguro, me escuchan, me cuidan”. Al mismo tiempo, cuando los dejamos explorar el Universo por sí mismos, la idea que aparece es la que forja la autoestima: “Mis padres confían en mi”.
Pero, ¿qué pasa cuando cometemos errores sin advertirlo y con ello estamos echando por tierra su autoestima?
A veces, el amor puede ser la antesala a los excesos, como por ejemplo, la sobreprotección y a instalar la idea de que nunca podrán valerse por sí mismos si no estamos nosotros para explicarles lo que deben hacer y cómo lo deben hacer.
Vamos a ver cuáles son los errores a evitar:

  • No sobreprotejas a tu hijo, porque no sólo le impedirás aprender, sino que al mismo tiempo le estás enviando un mensaje errado generando la idea de que es incapaz de hacer algo bien o de que no confías en él.
  • No lo critiques. Si siempre estás haciendo comentarios negativos a tu niño y si a pesar de sus esfuerzos, te muestras insatisfecho de su trabajo o su comportamiento, solo conseguirás que se desanime.
  • Aunque su logro no sea el mejor o no lo haya hecho del todo bien, igual felicítalo. Cada tanto y a solas, muéstrale con amabilidad de qué manera puede hacerlo mejor. ¡Nunca critiques a tu hijo!
  • Si tu hijo comete un error o no actúa de manera correcta, es importante centrar la atención en la acción y no atribuir la acción a la personalidad. Es preferible decir “Tu actitud no estuvo bien”, en lugar de decir “eres malo”, o “eres egoísta”.
  • Por muchos errores que cometan, nuestros hijos siempre valoran lo que nosotros como padres opinamos de ellos. Todo lo que digas tendrá en ellos un impacto negativo o positivo.
  • Nunca lo humilles, ni lo rebajes, ni te burles de él.
  • Se siempre positivo. Explica las cosas sin amenazar, sin gritar y sin insultar. Los comentarios hirientes dejan una marca indeleble y no construyen nada positivo.
  • ¡Eres el centro del Universo de tu hijo! ¡Nunca lo olvides! Los niños son muy sensibles a la mirada de sus padres. No lo ignores. Interésate por todo lo que tenga que contarte. La atención que le prestes es muy importante para él.
  • Si bien es positivo animar a nuestros hijos a que vayan por más, debemos mantenernos realistas en nuestras exigencias para que estén en concordancia con sus posibilidades. No seas muy exigente. Si no logra lo que esperas de él y se lo haces saber, puedes afectar su confianza.
  • ¡Nunca lo compares! Nuestros hijos son todos diferentes y cada uno tiene sus defectos y sus virtudes. Es decir, son personas. Comparar con sus hermanos o con otros niños sólo contribuirá a minar su confianza e incluso a desarrollar celos innecesarios. No alteremos el buen clima que debe reinar en una familia con actitudes que generan competencia, resentimiento y rencor.
  • En todo caso, compáralo consigo mismo. Destaca sus logros y sus progresos.

¿Cómo ayudarlos?

Muchas veces sabemos lo que no debemos hacer pero no tenemos claro qué debemos hacer. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a fortalecer su autoestima? Aprovecha tu influencia sobre tus hijos y contribuye a hacer de ellos seres confiados y seguros. Te dejamos algunos consejos.

  • Lo primero, dile que confías en él.
  • Valora sus esfuerzos. ¡El esfuerzo muchas veces es más importante que el resultado! Y eso aplica tanto a grandes como a chicos.
  • No se trata de festejar todo lo que hace, sino de notar y hacerle notar que ves lo bien que ha hecho un trabajo o lo importante de que haya encontrado una solución a un problema. Esto es muy importante para él.
  • Tal vez en algún momento debemos enfrentarnos al hecho de que tu hijo tiene dificultades para realizar algo en concreto. Todos tenemos limitaciones y de hecho nadie puede hacer absolutamente todo bien. Es importante destacar el progreso, el esfuerzo y el empeño puesto en mejorar.
  • Explica a tu hijo que un error no tiene que verse como un fracaso, y un fracaso puede ser la oportunidad para generar algo nuevo y mejor. Muéstrate orgulloso de él aunque se equivoque y reflexionen juntos sobre cómo hacerlo mejor la próxima vez.
  • Ya desde muy pequeños nuestros hijos pueden realizar pequeñas tareas en el hogar. Ordenar sus juguetes, hacer su cama, lavar su taza. Darle responsabilidades con cariño y respeto es una oportunidad para que desarrolle sus habilidades y se sienta orgulloso de sus logros.
  • Pasa tiempo con tus hijos. Sabemos que las obligaciones que tenemos son muchas y también los padres estamos muy exigidos, pero darle tiempo de calidad a nuestros hijos les hará saber que te interesas por ellos.
  • Demuestra a tu hijo que lo amas sin condiciones y que tu cariño no está condicionado a nada.
  • Deja que tu hijo te cuente cómo se siente y exprese sus sentimientos. ¡Anímalo a esto!
  • Intenta que tu hijo aprenda a conocerse a sí mismo. Ayúdalo a descubrir cuáles son sus mejores condiciones.
  • Permite que de a poco vaya tomando sus propias decisiones. Puedes empezar por dejar que escoja qué ropa ponerse, por ejemplo.
  • Anímalo a aceptar desafíos acordes a sus posibilidades.
  • Sé realista en cuanto a las expectativas que tengas sobre tus hijos.

Como adultos ya hemos atravesado éxitos y fracasos y sabemos que son inevitables. Podemos guiar a nuestros hijos, pero no podemos ponerlos a salvo de todo lo que pueda acontecer en sus vidas. Ellos deben transitar sus propias experiencias.
Poco a poco aprenderán a desarrollar mayor autonomía, habilidades y competencias que les harán vivir éxitos y también fracasos, algo a lo que no debemos tener miedo, porque es importante destacar que es una forma de volver a empezar.
La perseverancia no está instalada en nuestros hijos. Es normal que los niños no quieran hacer un segundo intento en algo con lo que no les fue bien. Y precisamente nuestro rol es el de animarlos a volver a intentarlo.
Estimularlos y reconocer el esfuerzo, que ya en sí mismo es un logro, los hará sentirse especiales y cuando veamos la alegría reflejada en una sonrisa será nuestro turno de recibir una cuota de autoestima al deleitarnos disfrutando de los frutos de todo lo que hemos sembrado como padres.

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