Lo mismo pasa en la mayoría de nuestros hogares. Cuando un matrimonio tiene hijos, lo ideal sería prepararlos para la vida, que sean de pensamiento libre y crítico, que tengan capacidad de hacer realidad sus sueños, que sean autónomos y virtuosos... Pero la terrible realidad es que está ocurriendo todo lo contrario, muchos padres les exigen demasiado a sus hijos, pero cuando no se cumplen las expectativas de aquellos, se frustran fácilmente, y es allí donde empiezan los problemas. Esta reflexión va dedicada a todos los padres, para que reflexionen. Sus hijos son también personas, con sentimientos y pensamientos propios. ¿Quieren que sus hijos los respeten? Edúquenlos con respeto y responsabilidad, pero también con amor y cariño; es decir, trátenlos como las personas que son en realidad.
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