El panorama de la crianza está cambiando rápidamente y los principios de la crianza respetuosa están llegando a cada vez más familias. Esa es una excelente noticia para los niños de hoy y para la sociedad del mañana. Sin embargo, todavía hay mucho trabajo que hacer.
A medida que nuestros hijos crecen, sus experiencias en el mundo se expanden. Eso significa que inevitablemente nuestros hijos y nosotros mismos entraremos cada vez más en contacto con más gente y con más personalidades. Todos estamos expuestos a lo que se considera "la cultura dominante de crianza", la cual sigue arraigada en métodos poco respetuosos y en donde los padres siguen pensando que no es posible criar sin dominar, sin controlar ,y peor aún, sin agredir.
Creo firmemente que aquella cultura que predomina está todavía muy perdida en lo que respecta a la crianza y educación de los niños. Hay un montón de gente dispuesta a cambiar, y eso es digno de celebración, pero también hay mucha ignorancia.
Aquellos que hemos optado concientemente llevar una crianza respetuosa inevitablemente seremos juzgados, pues eso suele suceder con todos los grupos minoritarios. La historia confirma que no ha sido fácil para ninguna minoría (racial, sexual, cultural, etc.) el ser oídos, considerados y respetados. Justamente por ser una cultura de crianza minoritaria, solemos callar. Callamos para no tener que enfrentar críticas de la cultura de crianza dominante. Callamos también para no tener que seguir respondiendo a las mismas preguntas y defendiendo nuestro enfoque de crianza ante las populares críticas. Es tiempo de ser proactivos y en vez de callar, promover. Suena paradójico que se tenga que promover el respeto hacia los niños. Póngase a pensar. ¿En qué sociedad viviremos que se necesitan de grupos proactivos, de páginas de Facebook y de blogs para promover el respeto? Lastimosamente, la realidad es que cuando se trata de la infancia, debemos activamente promover el respeto, y para hacerlo, no nos queda más que afrontar los obstáculos que se encuentran en el camino.
No sé ustedes pero yo me canso y aburro explicando lo mismo a la gente una y otra vez. Estos son los 10 argumentos más comunes que aquellos que criamos con respeto solemos escuchar:
1) "Los niños están fuera de control en estos días porque somos demasiado suaves con ellos. Mis padres me pegaban y así aprendí a respetarlos"
Este comentario suele también aparecer en las redes sociales presentado a manera de broma pero con un mensaje bastante serio. Miles de personas “le dan un like” a este tipo de afiches y se comparten en las redes de manera viral.
La primera parte absurda de este comentario común es que no se toma en cuenta que los tiempos cambian y hay muchos factores implicados en la decadencia de una cultura de respeto. Claro que los niños hoy en día están más fuera de control, pero eso no es porque “uno es muy suave con ellos”. Los niños de antes jugaban afuera más y pasaban menos tiempo frente a las pantallas, porque sus padres trabajaban menos, y daban más tiempo y atención a sus hijos. No se puede comparar los tiempos actuales con un tiempo arbitrario en el pasado sin tomar en cuenta todos los aspectos de la vida actual que han influido negativamente en el comportamiento de los niños.
La segunda paradoja de este comentario es el pensar que la mano dura y la agresividad hacia los niños les enseñará a respetar. Los medios de comunicación, lamentablemente, perpetúan este mito. Pero no hay ninguna evidencia sobre esto. La evidencia científica apunta a que el uso de la agresión solo trae resultados negativos para la salud mental y el futuro de los niños. Pero aún si no acudimos a la ciencia para respaldar el uso de una “mano suave”, lo cierto es que si la mano dura realmente inspirara respeto en la gente, entonces deberíamos hoy tener una sociedad llena de gente increíblemente respetuosa. La gran mayoría de gente usa y defiende ese mito a capa y espada. A ellos les pregunto: ¿Dónde está el fruto de aquello que profesan?
Si usted realmente desea ver una sociedad pacífica con niños respetuosos, entonces deje de agredirlos, coaccionarlos, y de pensar que ellos nos manipulan. Crecer en un ambiente tranquilo y respetuoso es lo que les enseña a los niños a respetar.
2) "Negociar con los niños es un signo de debilidad"
Para los padres autoritarios el uso de la palabra "negociación" es digno de una amonestación parecida a la tarjeta amarilla en el fútbol. El temor de estos padres es que al permitir la negociación, se les concede poder a los niños. Aquellos piensan que “si se les da la mano, ellos se tomarán el codo”. La realidad es que el mundo funciona según el principio de la negociación, y aprender a negociar con los niños les dará las herramientas que necesitarán en el futuro para ser exitosos y justos con otros. Cuando los padres utilizan el poder y la dominación para sustituir la negociación, estos padres pierden la oportunidad de enseñar a sus hijos valiosas lecciones de negociación y, por el contrario, les están enseñando que la agresividad y la coerción son las mejores herramientas para conseguir lo que se quiere.
Todo el mal en el mundo proviene de estas ideas basadas en el poder. Las autoridades exigen obediencia y sumisión, y nada bueno resulta de esto (piense en su gobierno actual). Por el contrario, la paz y la prosperidad se construyen en base a la negociación y a la interacción voluntaria de los miembros. Uno debe ayudar a los niños a armarse con las herramientas necesarias para interactuar exitosamente en la sociedad.
3) "Los niños necesitan ser castigados, solo así sabrán que hay consecuencias negativas por sus malos comportamientos. Así es como funciona la vida”
Esta es otra falacia. Bajo esta ideología se cree que cuando los niños son castigados aprenden acerca de las consecuencias. Ante esto planteémonos esta simple pregunta: ¿Cuál es nuestro objetivo como padres? ¿Criar niños empáticos que puedan hacer lo correcto, o criar niños obedientes solo para evitar consecuencias negativas? En los Estados Unidos, la mayoría de los hogares utilizan castigos para enseñar consecuencias a sus hijos, y paradójicamente, ese país tiene la mayor población carcelaria del mundo. ¿Dónde está la evidencia de la "certeza del castigo" para promover buenos comportamientos? Claramente, hay más evidencias de que los niños aprenden por ensayo y error. Es decir, con la guía de los adultos, los niños aprenden a asociar las acciones con sus consecuentes naturales, los mismos que caen por su propio peso y son en sí mismos suficiente castigo.
4) "Mis padres me pegaban y yo salí bien"
Esta es probablemente uno de los comentarios más populares y las personas que lo dicen lo hacen a manera de defensa. Defienden a sus padres, defienden su propio comportamiento agresivo, y es un mecanismo emocional de defensa ante el trauma por el que pasaron los que dicen esto.
La afirmación, "estoy bien" es una retórica carente de fundamento. La mayoría de las personas que dicen esto en realidad son personas que no están calificadas para hacer una determinación acerca de su propia salud psicológica. Esa frase, en todo caso, termina siendo evidencia clara de lo contrario. Pues si en realidad “estuvieran bien” no defenderían la agresión física hacia un niño indefenso cuyo cerebro no se ha desarrollado por completo.
5) "Las nalgadas y el abuso físico son dos cosas diferentes"
Cuando las conductas no deseables empiezan a ser analizadas o etiquetadas para pasar a un nivel más aceptable, existe un problema de relaciones públicas. Se dice que golpear está mal, pero que las nalgadas están bien para la disciplina. Se dice que matar es un crimen que debe ser castigado, pero si la persona que lo hace es policía o militar, entonces no es un crimen. Los políticos “invierten su dinero” en cosas que la gente no necesita. Este es el marketing clásico cuya función es hacer que la gente se sienta mejor para así no tener que pensar o enfrentar lo que está pasando. Y nuestros hijos, que sufren este abuso, son los que pagan en este rollo de adultos. Los niños merecen algo mejor que ser parte de este disparate social.
Es muy simple. Si yo no puedo legalmente o éticamente golpear a mi pareja, a mis empleados, a mi jefe, o a mi madre, entonces no debería ser capaz de golpear a mis hijos indefensos. Tampoco se pueden utilizar todos los términos habidos y por haber que el lenguaje nos permita, porque al final ninguno justifica la agresión. Golpear es agresión sea cual sea la manera.
6) "A veces las nalgadas a tiempo son necesarias para disciplinar"
Las personas que carecen de herramientas siempre declaran cuál será su ruta de manera anticipada. Si usted está atrapado en el tráfico en la autopista en una ciudad que no conoce, no le queda más que esperar en el tráfico. Sin embargo, si usted ha planificado su viaje y está bien preparado con un mapa, usted tal vez encuentre rutas alternativas que puede tomar para escapar del tráfico. Solo tiene que elegir un camino alternativo y alegrarse del tiempo que ha ahorrado.
Aquellas personas que insisten que las nalgadas a veces son necesarias, lo dicen porque no conocen otras alternativas. Los padres que caen en esta trampa son también los primeros en utilizar la vieja excusa, "estoy haciendo lo mejor que puedo". La verdad es que si las excusas como esta realmente tuvieran la capacidad de mejorar nuestras habilidades de criar, todos seríamos expertos hoy por hoy. Es hora de empezar a responsabilizarnos de nuestras acciones y de elegir concientemente las buenas acciones y no las distracciones.
7) "Yo no tengo tiempo para andarlos consintiendo y mimando. Yo lo que necesito es que me obedezcan”
La realidad es esta. Hay maneras pacíficas y seguras (y también tiempo) para establecer límites respetuosamente y validar sus emociones; para abrazar a sus hijos, conectarse con ellos y enseñarles por qué su comportamiento no es aceptable; y para gestionar los problemas que inevitablemente pueda tener con ellos, de manera respetuosa.
El problema real no es la falta de tiempo, sino la falta de herramientas. Además, la obediencia no es una virtud, sino una costumbre moralmente cuestionable. Muchos experimentos, como el de la prisión de Stanford, han demostrado que la obediencia ciega se disfraza de malicia. El exigir obediencia a sus hijos sin cuestionar es como pedirles que renuncien a su humanidad. Como decía Galeano: “ojalá podamos ser desobedientes cada vez que recibamos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común”.
8) "Los niños necesitan escuchar la palabra “no” constantemente para que no se conviertan en niños malcriados"
Claro que los niños necesitan límites. Pero esos límites se aprenden a través del ejemplo y de la enseñanza, no por el simple hecho de escuchar la palabra “no” frecuentemente. Si se abusa del uso de esa misma palabra, lo que se está haciendo es comunicando al niño que no tiene autonomía, que sus necesidades y deseos no son importantes, y que sus opiniones no tienen valor (puesto que el “no” implica que los adultos se niegan a escucharlos y a negociar).
El uso excesivo de la palabra “no” invita al niño a ser desafiante. Y ese desafío es justamente el comportamiento característico de un niño malcriado. Entonces, como dice el dicho, “te salió el tiro por la culata”.
9) “Mis hijos no necesitan que yo sea su amiga/amigo, necesitan que sea su madre/padre"
Todos deberíamos ser "amigos de nuestros hijos”, esa sería la prueba de que confían en nosotros. Esta frase, sin embargo, se utiliza proyectando otro mensaje subyacente que va por el lado de la falta de establecimiento de límites. Lo cierto es que una relación de amistad poco tiene que ver con la falta de límites.
Los niños deben ser respetados de la misma forma que respetamos a nuestros amigos. Tanto los niños como los amigos saben que la relación se establece en base a una serie de límites y sabemos que si los trasgredimos, entonces se arruina la relación. La relación que un adulto tiene con un bebé o con un niño nunca podrá ser una relación amistosa, sino una relación parental o de protección debido a que existe un sentimiento de responsabilidad que no existe en otras relaciones. Cada relación entre dos personas es diferente, y aquella que se da entre nosotros y nuestros hijos es una relación parental, pues eso es lo que somos: sus padres. El único denominador común entre todas las relaciones interpersonales es el respeto entre los dos individuos involucrados.
Los padres no solo tenemos la responsabilidad de velar por la seguridad, la salud y el sano desarrollo de nuestros hijos, sino además tenemos la responsabilidad ética de hacerlo de manera respetuosa. Si no respetamos su individualidad y su esencia humana, nuestra relación con ellos deja de ser una relación parental armoniosa y se convierte en una relación de poder.
10) “Los niños son niños y no deben ser tratados como adultos"
Esta afirmación es 50% acertada. Nadie niega que los niños son niños. Sin embargo, si el tratar a los niños como adultos significa tratarlos con respeto, entonces tal vez deberíamos llamar a los niños de otra manera. Los adultos nos caracterizamos por tratar a los niños como si fueran ciudadanos de segunda clase porque, admitámoslo, nos es más fácil criar robots obedientes y controlarlos desde una posición de autoridad, que criar niños libres de pensamiento, virtuosos y autónomos.
Recuerde que los hijos no son de su propiedad. Cuando los adultos se comportan como si los niños fueran su propiedad, están demostrando que todavía están estancados en la edad oscura de la humanidad, en la que las relaciones se basaban en intercambios monetarios. Hoy por hoy, las relaciones amorosas son voluntarias, y si usted no ha sabido ganarse una auténtica relación con sus hijos, entonces tal vez no se la merezca. Ser padre o madre es mucho más que un título entregado al nacer, es una mención de honor que uno se gana al criar a sus hijos con amor y respeto.
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